EL DESDOBLAMIENTO DEL SER- VIDEOARTE Y ANALOGÍA DE UN SUEÑO

EL DESDOBLAMIENTO DEL SER- VIDEOARTE Y ANALOGÍA DE UN SUEÑO.

Quedando en un estado de relajación absoluta levanto mis brazos para estirarme pero pronto me doy cuenta de que no estoy en mi cuerpo terrenal, estoy experimentando un viaje astral. Mi cuerpo no es más que un cuerpo astral..."

Sentada a la mañana siguiente frente a mi mesilla de escritorio me percato de que el videoarte no se diferencia mucho de esta experiencia, si bien es una forma de revelarse ante un sistema establecido, no es para generar una controversia, pero sí una discusión que tenga en el balde un propósito indiscutible. Lo indiscutible de la complejidad humana.

Me propongo entonces vislumbrar a través de la analogía que me ofrece el viaje astral, las posibilidades que me ofrece un cuerpo que no es físico... sucede algo similar con las piezas videográficas, una realidad simulante.

Resulta posible moldear la forma de presentarnos frente a una pantalla, pero no es posible moldear una pieza artística sin antes haber sido pinchados por la sensación que se quiere transmutar. Un caso videográfico en específico es del artista estadounidense Matthew Barney, quién abarca en sus piezas la temática del estrellato de asesinos seriales, una temática arriesgada pero no impulsiva.

Paradójicamente hablando dentro del videoarte existe un trabajo visual de extrañamiento hacia las cosas que conforman el suceso según palabras de Enrique Méndez de Hoyos, pudiendo ser personalmente una experimentación de nuestras convicciones hasta una crítica elaborada y fundamentada del contexto.

En la ruta de mi investigación hacia el tema del videoarte en concreto me viene a la mente la sensación de haber hurgado entre mis inquietudes internas. Estratégicamente el videoarte torna lo imposible como una probabilidad posible.

Si en cierta forma nos permitimos imaginar y desapegarnos de los conceptos ya establecidos en nuestro entorno nos permitimos desdoblarnos de una parte de nuestro ser y de nuestras creencias, nos permitimos ser un cuerpo astral sin darnos cuenta, nos permitimos viajar hacia otras realidades visionarias que ya existen pero que de alguna u otra forma no se han entablado o alineado aún con el imaginario de la sociedad en específico, ¿será entonces trabajo del artista alinear esa brecha?

En un acto artístico meramente social es el artista el que se ve dispuesto a prestar parte de su alma para hacer la obra, es quien decide ser registrado y capturar a sus participantes, pero también son los otros, quienes deciden entrar a la obra, verla y acceder a transmutar parte de su realidad o identidad.

-Rescatemos que llevar a cabo una labor de videoarte rompe en todo sentido con la forma tradicional de contar un suceso, una idea, una queja…  a fin de darle una sacudida de 180° o de un porcentaje mínimo de 30°grados a nuestra realidad.

Vuelvo entonces a plantear el videoarte como un factor que torna lo imposible- posible tal como se esquematiza sensorialmente en un sueño... ¿No es acaso en el sueño que encontramos un as de acercamiento hacia los temores?, ¿no es acaso la inquietud de descargar aquello que nos encapsula en un dígito, un formato o una imagen?

En esta era de alguna u otra forma hay que adaptarse a la industrialización tecnológica, sin embargo, gran parte de los videoartistas prefiere traspasar el velo de la pantalla con un sentido mucho más único y particular.

Muchas veces las historias locales de lo que te está pasando a ti en específico, ya sea en la esquina o en la escuadra de tu zona habitable son las más interesantes.

Hay quienes encuentran un motor en su filosofía de vida, la significante que le adhieren con base a sus experiencias o a su percepción incluso a nivel espiritual logra traspasar el dispositivo que el espectador tiene en frente, se deja de pensar en una pieza y se comienza a pensar en la diversidad de la vida, en la simultaneidad de las emociones, en la significante vigente del costumbrismo a la que nosotros atribuimos una parte, quizá en lo que concierne que fue evidente desde un principio pero no dicho de otra forma hasta el momento.

Bill Viola, por ejemplo, innegablemente explora el campo espiritual en sus piezas video-artísticas de una forma que parece invocar al mundo su frase “El arte para mí es el proceso de tratar de despertar el alma. Porque vivimos en un mundo industrializado que prefiere que el alma esté dormida.”

Fuera de las ventanas pupilares, en el ojo del océano inhabitable de las conjeturas futuristas se refleja un mundo de aparatos y distracciones, la constante realidad de la cotidianidad en la que unos van uniformados y otros esplendorosos converge con la relatividad del tiempo y unos movimientos parecieran ir más acelerados que otros, ¿qué sería del mundo si en una sala entrases y te encontrases de pronto con una serie de rostros ralentizados en cámara lenta?, sería como poner una pausa a la prisa del siglo XXI. Imagínate entrar a la sala y encontrar a un sujeto en llamas, pero sentado con la más símil de las paciencias en su humilde ornamento, inmune desde luego ante el fuego que refulge de su piel morena, o por otro lado presenciar la silueta de humanos atravesando la estela de la vida/muerte mediante el velo del agua...

Estas imágenes en juego son fiel referencia de las piezas sensoriales de Bill Viola, por citar algunos ejemplos como “Las pasiones” o “Espejos de lo invisible” exhibidos en salas de museo, se tornan más que una exhibición estructurada, un espacio que cobra vida al hacer contacto con tus emociones y sentidos más silentes. Es el alejamiento de todo aparato, un encuentro consigo mismo. En la sala misma se encargan de esconder todo cable, cualquier factor que pudiese ser un distractor.

Esto va más allá de algo utópico o fantasioso, va ligado a la conciencia de experimentar y alinear esa brecha de alejamiento entre nosotros, nuestro ser primitivo y lo generado por la industrialización. 

Posicionando a la realidad como un disco contemporáneo de actividades vanguardistas y video-artísticas quedan los pasos marcados de la también artista mexicana Pola Weiss, quien decidió dejar de ver al artefacto como artefacto y empezar a verlo como parte de la obra, danzando en aquel entonces con cámara a mano sobre el hombro; ya no era solo el cuerpo, era una combinación de ambas estructuras complejas, estéticamente polarizadas.

Dicho de otra forma podemos ver entonces a Pola Weiss sostener la cámara y al mismo tiempo articular sus pasos característicos con un estilo particular de escanear el paisaje logrando paralelamente capturarse a sí misma.

Ahora bien, paradójicamente, en la órbita de un sueño también tenemos la capacidad de vernos a nosotros mismos pues ciertamente registramos detalles importantes de nuestra realidad consciente dentro de un campo no-consciente y perceptible al cambio... El surrealismo entra a jugar un papel importante mientras dormimos pero resulta también un factor imprescindible mientras estamos despiertos y abiertos a la creación.

En la realidad materialista de lo terrenal existe la analogía de que lo que la cámara ve no es lo que nosotros vemos y, lo que nosotros vemos en un determinado ángulo no es lo que los otros pueden ver, hay un espejo de polaridades.

Personalmente hablando con una visión metafórica pienso que son más interesantes las cosas que borras que las que se quedan contigo en determinados casos por causa del reflejo defensor, porque las cosas que borras o tratas de borrar se mantienen en un silencio ensordecedor que es imposible de ignorar o de otra forma se mantiene haciendo un efecto contraluz en tu visión como curador de la vida. Es verdad que hay que aprender a identificarlas, verlas e integrarlas... aunque he de advertir a ti respetable visitante que no porque aquellas cosas se tornen “más” interesantes significa directamente que las cosas triviales carecen de importancia, al contrario, sirven como un registro verídico de las acciones morales o inmorales dentro de tu auge como ciudadano. De esas temáticas triviales tomamos forma en el videoarte, es el material en bruto y no hay que olvidarse de ello.

El videoarte por lo tanto no es una labor inalcanzable, sin embargo, no hay que olvidarse de la investigación que requiere emprender el uso de esta herramienta, como bien lo mencionaba el asesor Enrique Méndez especializado en el tema “No es nada más la parte visual, es la parte de la investigación a nivel filosófico, histórico, periodístico, bibliográfico, y que digamos especulativamente aterriza aquí en un despliegue sensorial.”

Quizá la parte de la investigación consciente sea mi único oponente para plantear que el videoarte se asemeja mucho a la experiencia astral, pero no dejo de lado que hacer videoarte es como capturar el cuerpo astral de una obra que no ocupa un determinado espacio pues hay que recordar que no se queda contenido en algo, es decir no se queda estático en un lugar, la pieza sensorial viaja y se mantendrá así durante su estadía digitalizada en una pantalla. En un agujero negro quedaría el material si se perdiese, de otra forma quedaría plantearte ¿qué impulso despertaría en ti y aletearía por querer atravesar la pantalla para viajar a través de realidades mutables, generando de esta forma, sustitos que respalden y salven de caer en el factor inescrutable del olvido?

 

Autora: Liliana Rodríguez Solís.