En esta esquina del corazón: Pedro Lemebel

En esta esquina del corazón: Pedro Lemebel

 

 

Simplemente nací con el maquillaje de la provocación…

P.L

 

 

Pedro Lemebel (1952-2015) fue un escritor chileno. Se desarrolló como cronista y narrador así como artista plástico y del performance.

Nació en Santiago de Chile un 21 de septiembre de 1952, en un entorno marginal, “en medio del barro” como refiere Memoria Chilena el archivo electrónico de la Biblioteca Nacional de Chile a la orilla del Zanjón de La Aguada, un cauce natural que atraviesa la urbe sur: zona inestable, propicia para asentamientos irregulares, donde la pobreza y sus agregados, enfermedades, bichos y cuchillos, lapidan a sus huéspedes. Inútil limpiar este contexto para presentar a Pedro, la marginalidad como materia de uso cotidiano, cajón que se abre desde y para la pluma de un autor que dice en voz alta sus diferencias, quien esquina tras esquina pone el corazón a la intemperie.

 

Y no es miedo

El miedo se me fue pasando

De atajar cuchillos

En los sótanos sexuales donde anduve

 

Después de varios años en el Zajón, el hogar Mardones-Lemebel se muda a la zona habitacional “los bloques” en Avenida Departamental, ahí para 1970, Pedro concluye su etapa de bachiller, y cursa estudios superiores en la Universidad de Chile. A finales de esa década se encuentra ganándose la vida con su título de maestro en Artes Plásticas, en liceos de la periferia, de donde es cesado a saber por su condición homosexual, a la par de esto, empieza a concurrir talleres literarios y con ello sucede el inicio formal de una escritura que nunca le abandonará.

 

Pero no me hable del proletariado

Porque ser pobre y maricón es peor

Hay que ser ácido para soportarlo

 

La obra temprana de Pedro, refiere cuentos, “Escribía cuentos. Me resultaba esto del cuento, me resultaba bien”, dice en una entrevista para Gatopardo, ello le valió ganar el concurso de cuento y poesía organizado por la Caja de Compensación Javiera Carrera con el cuento Porque el tiempo está cerca, publicado en 1983. Tres años después, aparece Incontables, antología de siete relatos suyos, editada por el taller de Pía Barros, “Bramadero”, “El Wilson”, y “Ella entró por la ventana del baño”, algunos de los títulos, personajes y escenarios arrancados del Zanjón de la Aguada, de las calles, las esquinas, los vapores del centro de Santiago: la antesala de su obra como cronista. “En estos cuentos ya estaba instalada su denuncia social, lo político y el humor que mantuvo en sus crónicas”, dice Sergio Parra, poeta y amigo de Lemebel.

Ese mismo 1986, ante un auditorio en la Estación Mapocho —antes estuario para trenes, convertida en centro cultural desde 1994— Pedro Lemebel leyó su Manifiesto (Hablo por mi diferencia), texto por el que muchos le hemos descubierto, de circulación libre por la web, perenne y libre nuevamente: mitad cuento, crónica, poema / lo que vive, lo que ve, lo que siente. Así mismo, desde la performatividad del acto: un Pedro en tacones, maquillado; una hoz y su martillo nacen de la comisura de la boca y cubren su mejilla, símbolos de su afiliación de izquierda, las mismas filas de una militancia que le empuja fuera, oxímoron de sí mismo: “Mi hombría no la recibí del partido / Porque me rechazaron con risitas // Y se rieron de mi voz amariconada / Gritando: Y va a caer, y va a caer”. Los símbolos, el «estar y ser» todo Lemebel grita en los ojos, su revolución es en el cuerpo, en la identidad (prohibida). Los tacones, el maquillaje, objetos que cobraron una dimensión simbólica, elementos del estilo subversivo como lo estudia Dick Hebdige en la figura de Jean Genet y un tubo de vaselina que le aparece al ser arrestado por la policía. Objetos que estigmatizan: de esta lado tenemos «una loca» su voz amariconada hablando de revolución en Chile y por otro, un hombre detenido entre burlas por llevar un tubo de vaselina, vistos, ambos desde una superioridad moral, pero también desde el miedo, el desafío: tensiones entre grupos de poder, la infracción de los códigos establecidos, la afrenta, el también existir. Una pieza puesta al margen, lucha por no ser arrojada al suelo, lo hace a contra viento.

 

Hay tantos niños que van a nacer

Con una alita rota

Y yo quiero que vuelen compañero

Que su revolución

Les dé un pedazo de cielo rojo

Para que puedan volar.

 

Fragmentos de Manifiesto (Hablo por mi diferencia), 1986.

 

En la performance, Pedro continuó realizando acciones, pero esta vez en compañía del artista y escritor Francisco Casas (Chile, 1959), el colectivo lo llamaron “Las Yeguas del Apocalipsis”, mediante el cual activaron una serie de intervenciones y posicionamientos artístico-políticos. La dupla realizó su primera acción de arte el 22 de octubre de 1988 en la premiación del Pablo Neruda de Poesía Joven, ese año otorgado a Raúl Zurita a quien entregaron una corona de espinas “citaron la figura religiosa de la coronación de Cristo durante su crucifixión, señalizando de esa manera el contenido cristiano implícito en la obra del poeta” refiere el sitio web YEGUAS DEL APOCALIPSIS (proyecto que desde 2010 reúne el archivo total del performance). El colectivo de Casas-Lemebel provocador e intimidante, alternó la denuncia, la visibilización de las relaciones del poder, con la parodia, el humor; hicieron de sus acciones algo planificado y también un espacio para el azar, dejaron espacio para un tercero: el mundo. “Mucha gente se preguntó por qué nos invitaban a nosotros. Y tenían algo de razón para preguntárselo, porque cuando llegamos allá los otros artistas llevaban sus obras, sus videos, esculturas o instalaciones y nos preguntaban a nosotros qué llevábamos. Y nosotros respondíamos: Chanel del 5” explica Pedro, en Gatopardo.

Hasta ahora, la documentación arroja no más de 20 acciones, pero se estiman son más. Para Memoria Chilena, Las Yeguas representan un precedente fundamental para pensar las relaciones establecidas entre el arte, la política y la sexualidad desde la América Latina contemporánea.

 

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Las Yeguas bailando una “cueca” sobre vidrios. La conquista de América (1989) Acto simbólico de apropiación del baile nacional por las madres, esposas e hijas de detenidos desaparecidos, quienes al bailar señalizaban la ausencia de sus familiares varones.

 

 

Mientras Las Yeguas, Lemebel continuó escribiendo, en 1995 se publicó La esquina es mi corazón, su primer libro de crónicas, al año siguiente estrenó el programa de radio “Cancionero”, donde leía sus crónicas acompañadas de sonidos y música incidental que hacían la atmósfera. A su éxito como cronista urbano se sumaron las publicaciones de Loco afán (1996) y De Perlas y cicatrices (1998). Una voz provocadora, resentida del país, la infancia, las diferencias, las dictaduras que le tocaron se oye en el texto. En Lemebel, dice Monsiváis, la prosa no sólo es “comer rabia para no matar a todo el mundo”, sino la atenta escucha de lo que el mundo nos va diciendo, escribirlo, captar las melodías del habla, cuidar la profunda relación entre las ideas y las palabras que las describen con exactitud. Lemebel, —finaliza el mexicano— y su registro sensible de la oscuridad.

En 2001 se publica la novela Tengo miedo torero, con la que encabezó las ventas de libro en su país durante todo ese año, Pedro se afianza a nivel internacional, el volumen es publicado en España y con versiones al inglés, el francés y el italiano. A su única novela, suceden los títulos de crónica Zanjón de la Aguada (2003), Adiós mariquita linda (2004) y Serenata cafiola (2008), más tarde aparecen Háblame de amores (2012), una selección de sus crónicas Poco hombre (2013) y el póstumo Mi amiga Gladys (2019), Pedro Lemebel murió un año antes, el 23 de enero de 2015, a causa de un cáncer que padecía desde 2011. Anécdota memorable: sólo un par de semanas antes, el 7 de enero —ya estando hospitalizado— el escritor acudió al Festival Internacional Santiago a Mil, donde se le rendía homenaje, sorpresivamente apareció en el teatro, nadie se lo esperaba, irrumpió como años atrás, siendo Yegua del Apocalipsis, intempestiva a contra viento, una pieza puesta al margen, aparece en el centro.

 

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Pedro Lemebel (izq.) y Francisco Casas en la acción Las Dos Fridas (1989) Fotografía de Pedro Marinello.

 

 

Bibliografía

Lemebel, Pedro. La esquina es mi corazón, Seix Barral, Chile, 2004

Recursos electrónicos

Lemebel, Pedro. Manifiesto (Hablo por mi diferencia) (2002) en Juan Pablo Sutherland (compilador). A corazón abierto: Geografía literaria de la homosexualidad en Chile. Edit. Sudamericana, Chile, pp. 35-39 Disponible en <http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-82069.html> [Consulta: 15 de enero de 2020]

Contardo, Óscar. El corazón rabioso del hombre loca (2018, 20 de noviembre) Gatopardo. Disponible en <https://gatopardo.com/reportajes/escritor-pedro-lemebel/> [Consulta: 12 de enero de 2020]

 

 

 

 

 

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