José Luis Correa charla sobre las máscaras del Estado de Guerrero

Máscara de Guerrero

José Luis Correa Catalan

Visitar Chilpancingo hay un mandato natural de pasar al Calehual, expendio y recinto de máscaras, el espacio atendido por la familia Correa Catalán quienes siempre te reciben de forma amable y amigable; en minutos las personas son absorbidas por la atmósfera del Calehual, se respira muy Guerrero. Y no se diga después del tercer mezcal de degustación, los colores se intensifican.

Entramos y quien nos recibe es el Sr. Catalán, le preguntamos por su hijo José Luis, artista plástico de Guerrero, nos comentó que estaba arriba y que pasáramos, que era nuestra casa. En la mesa de despacho, ahí estaba el pintor llenando un litro de Mezcal (se nos hizo agua la boca).

—Hola, maestro, aquí solicitándole una entrevista para ADN Cultura.

—Con gusto, solo termino, que será en breve y por supuesto —contestó, mientras sostenía el embudo donde corría una de las bebidas más emblemáticas de México.

Hicimos un recorrido para ver las máscaras que están en todas las paredes del Calehual (más de 500), como también ver todos los garrafones de mezcales; un perico bañándose en una jícara de agua, dóciles perros paseándose en el espacio hasta acostarse en los sillones de tejido de palma. Quedaron dos sillones vacíos ahí, esperamos unos minutos más.

Llegó un mezcal de frambuesa. Se ha dado un boom de mezcales de sabores en todo Guerrero, el de Maracuyá abrió la puerta a todos los demás, a los bebedores de mezcal tradicional no lo ven del todo bien. El Calehual ofrece el espadín o verraco (está agotado, ahora), el capón, el reposado en barrica de roble, de pechuga y de punta. Pero sus preparados tiene el justo equilibrio de mezcal y la esencia de la fruta o hierba, y así lo constató el mezcal de frambuesa, que al final nos tuvimos que llevar un litro de él, con su porción de nanches preparados y un trozo de queso de esos que solo se beben con mezcal.

José Luis se sentó frente a nosotros y abrió platica como si fuéramos amigos de la infancia, sus perros se acomodaron cerca de él, su familia y su pareja seguían con el quehacer cotidiano del Calehual. Se le colocó el micrófono y se preparó la cámara, se le indicó que iniciaríamos y con naturalidad nos dijo: sí, venga.

Confesamos que nos llevamos una agradable sorpresa, ya que arrancamos con una simplona pregunta: ¿cuántas máscaras tiene el Calehual?, se pensaba después preguntar de cómo fueron llegando, etc., pero nos topamos con el saber preciso del maestro José Luis y la charla fue instructiva y reveladora para nosotros. Aún estamos discutiendo si regresar para arrancar un video reportaje más profundo o realizar un documental, ya que la máscara sería el hilo a jalar para adentrarse al mundo raíz, místico, religioso, de nuestro Guerrero y de cierta forma de México.

Aquí la primera parte de la entrevista de 3: