Las lentejuelas brillaban ante el encuentro de los rayos de un clemente sol, las flores de colores vivos se movían de un lado a otro adornando la cabeza de quienes asustaban a los asistentes haciendo sonar sus cadenas, jóvenes con el rostro de un anciano o de un diablo en la cabeza esperaban el momento de bajar sus máscaras para convertirse y danzar.