Breve historia de Tepecoacuilco por Sinuhé Morales

Breve historia de Tepecoacuilco

Por Lucino Sinuhé Morales Ojeda

Los nativos del vetusto y legendario Tepecoacuilco, pertenecían a tribus primitivas que llegaron de las costas del actual estado de Michoacán. Se han encontrado diversos vestigios, al igual que en la cuenca del río Balsas, identificados con la antigua civilización Olmeca, considerada como la cultura madre. Después, en el primer milenio de nuestra era, se establecieron grupos chontales. Este grupo vivía en chozas construidas con adobe y techo de palma, sus dioses principales fueron el gran Tlamacasqui, señor de la lluvia, y su compañera Acxoyatl. Contaban con un calendario y tributaban al señor gobernante. Los chontales se regían bajo estrictas normas morales.

En el siglo XI, la zona fue invadida por tribus de cazadores nahuas-coixca, llanura de culebra, quienes conquistaron a los chontales y matlatzincas. Establecieron el señorío de Coixcatlalpan y aprendieron la agricultura de los pueblos conquistados. Sus principales poblaciones fueron Taxco y Tepecoacuilco. Su deidad principal era el dios de la guerra Citialtolohli, halcón estrella, a quienes los mexicas llamaron Huitzilopochtli.

En 1435, el rey Itzcóatl dirigió las primeras incursiones mexicas hacia el sur. En 1438 establecieron una fortificación en el singular cerro de Tepecoacuilco. En 1445, Moctezuma Ilhuicamina realizó una nueva campaña para someter a los yopes del actual territorio del estado de Guerrero. Una vez sometida la región, Tepecoacuilco se convirtió en cabecera de una de las provincias tributarias más grandes del imperio. De acuerdo al códice Mendocino, Tepecoacuilco y trece localidades a su alrededor tributaban frijol, maíz, chian y huautli. Además, de acuerdo al mismo códice, también conocido como Matrícula de Tributos se tributaban cuatrocientas cargas de mantas colchadas, más cuatrocientas cargas de mantas vetadas de negro y blanco, más cuatrocientas cargas de mantas ricas, más cuatrocientas cargas de naguas y huipiles, más cuatrocientas cargas de mantillas blancas, más mil y seiscientas cargas de mantas grandes, todo lo cual tributaban de seis en seis meses. También, tributaban cien hachuelas de cobre, mil doscientas jícaras de barniz amarillo, doscientos cantarillos de miel de abejas, cuatrocientas cestillas de copal blanco para sahumerios, ocho mil pellas de copal por refinar, que asimismo se gastaba para sahumerios. Todo lo cual tributaban de ochenta en ochenta días. Además de lo anterior, dos piezas de armas con sus rodelas, adornadas con plumas, más veinte piezas de armas con sus escudos, adornadas con plumas, más cinco sartas de piedras  preciosas de jade, más cuatro trojes grandes llenos de maíz, de frijoles, de chía y de amaranto, todo lo cual tributaban cada año.

Durante la construcción de la presa, iniciada en 1960 y terminada en 1964, se rescataron dos estelas incompletas de estilo teotihuacano que representan a los dioses Chalchiuhtlicue y Tláloc. Ambas piezas se encuentran actualmente en la Sala Occidente del Museo Nacional de Antropología en la ciudad de México.

En 1529, concluida la conquista de Tenochtitlan por Hernán Cortés, Tepecoacuilco continuó siendo un lugar de importancia y fue conquistado por Gonzalo de Sandoval. Dos documentos muestran a Tepecoacuilco, el Códice Mendocino o Matrícula de Tributos y el Mapa de Tepecoacuilco, resguardados en la Biblioteca de Antropología de la Ciudad de México.

El territorio fue dado en encomienda a Bernardo o Bernardino de Torres y continuó heredándose, primero a su hija, Bernardina. A la muerte de Bernardina, su segundo esposo, Francisco González, ostentó la encomienda, y a su muerte la heredó a su hija, María Godoy.

Los indígenas continuaron tributando, al igual que solían hacerlo al señorío Mexica, con mantas, maíz y algodón, para sostener, con sus impuestos en especie, el nuevo reino. Al igual que ellos, los mestizos, criollos, españoles y mulatos pagaban impuestos para sostener la estructura económica del pueblo. En 1533 los frailes de la misión agustina, Fray Jerónimo de San Esteban y Fray Agustín de la Coruña, iniciaron las tareas de evangelización, estableciendo un convento que todavía existe en mal estado. Pocos años después, los agustinos abandonaron el lugar. De acuerdo a las instrucciones de la Corona española, la encomienda se convirtió en alcaldía y más tarde en intendencia. En 1565 el fraile agustino Andrés de Urdaneta descubre las corrientes marítimas del océano Pacífico que harían posible el viaje de Filipinas a Acapulco, llamado la Tornavuelta. A partir de entonces se genera un camino, que más tarde se llamaría Camino Real, de México a Acapulco, que permitió que varias poblaciones, entre ellas Tepecoacuilco, fueran paso de Acapulco a México y viceversa. Durante ese siglo XVI, se erigieron los cimientos de la actual parroquia y se terminó el convento agustino, las casas administrativas, el trazo de la plaza y las casas de los encomenderos. Se hizo la distribución de tierras. La economía estaba sustentada por la producción de maíz. En aquella época Taxco, Tixtla y Tepecoacuilco desarrollaron esquemas parecidos en su economía en laque los encomenderos y sus descendientes compraron tierras a los indígenas y las obtuvieron por medio de  alianzas con la llamada nobleza indígena. El siglo XVII había terratenientes españoles y criollos dueños de prácticamente todo el valle vecino y Tepecoacuilco. El auge minero de Taxco abrió también un mercado muy grande de maíz. Fue así que, durante la primera mitad de ese siglo XVII, la economía de Tepecoacuilco tuvo relación con el auge minero de Taxco. Fue una época también de grandes epidemias y de muertes. Los frailes jesuitas compraron tierras del valle y establecieron una hacienda que años después abandonaron debido a que no les redituó lo esperado. A lo largo del dominio español y durante los primeros años del México independiente, Tepecoacuilco fue paso de los productos traídos por la Nao de China que llegaban al puerto de Acapulco con destino a la Ciudad de México. El tráfico de recuas se notaba especialmente en los meses de enero y febrero de cada año, cuando llegaba a Acapulco la famosa Nao. Para recibir los bienes y pagar los impuestos requeridos por la Corona, en Tepecoacuilco había una garita, es decir una caseta, que registraba y grababa los bienes. Tepecoacuilco tuvo grandes almacenes y surtidas tiendas que compraban productos de la tierra, como maíz, ajonjolí o chocolate, bienes que llegaban de España con rumbo a Filipinas, como telas o encajes finos; productos que llegaban de Filipinas con rumbo a México y España, como especias. Estas tiendas abastecían a la población  local y pueblos de la región. Algunas familias tenían dos o tres tiendas en Tepecoacuilco y algunas más en Iguala, Cocula y pueblos aledaños. Tepecoacuilco también fue paso de frailes que llegaban desde la madre Patria, España, atravesaban de Veracruz hacia Acapulco para embarcarse a Filipinas con el fin de seguir evangelizando.En la Navidad del año 1687, Tepecoacuilco recibió la visita del arzobispo Francisco de Aguiar y Seixas y las autoridades civiles y eclesiásticas lo celebraron.

El palacio viejo
El Palacio Viejo

A lo largo del siglo XVIII la Archicofradía del Santísimo Sacramento de Taxco fue adquiriendo buenas extensiones de tierra de Tepecoacuilco y mediante sus rentas lograban mantener a la parroquia de Santa Prisca y San Sebastián. A mediados del mismo siglo XVIII, Tepecoacuilco logró el permiso de vender su producción de maíz fuera de Taxco. Durante la segunda mitad de la centuria mencionada, dos o tres españoles y criollos de Tepecoacuilco lograron mantenerse como los comerciantes y productores de maíz más importantes de la zona y de todo el valle de la aldea de Iguala. También en el siglo XVIII se construyó el puente del Rey que permitía el paso seguro sobre el caudaloso río Tepecoacuilco, pero quedó sepultado en la presa Valerio Trujano. De igual forma, de este siglo, son las puertas de madera, bellamente talladas, del templo católico.

Uno de los hombres más ricos de Tepecoacuilco fue Don Antonio Estrada, comerciante y simpatizante de la lucha independentista, quien contrataba un barco íntegro para transportar su mercancía desde América del Sur y Medio Oriente, al puerto de Acapulco.

Tepecoacuilco se convirtió en una villa española de suma importancia.

Para el año de 1803, la villa fue visitada por el naturalista y Barón Alexander von Humboldt, quien llegó con acompañantes y recuas cargadas de sus aparatos científicos.

El 2 diciembre de 1810, se verificó la heroica batalla de los insurgentes de Tepecoacuilco contra el Gobierno Virreinal, como consecuencia de las juntas de la Conspiración y el levantamiento armado encabezado por Valerio Trujano, el Gobernador Indígena, Ignacio Orduña, Juan Orduña, Rafael Orduña y otros personajes.El evento más famoso y al mismo tiempo espantoso de la insurgencia en Tepecoacuilco, fue el fusilamiento de los Orduña el 5 de diciembre de 1810, considerados los Primeros Mártires de la Independencia en el Sur; en memoria de ellos así se llama la Plaza Cívica. En los años posteriores hubo batallas donde realistas e insurgentes pelearon tanto en el centro, como a las afueras de nuestro pueblo histórico.

En noviembre de 1815, el Generalísimo Insurgente y Siervo de la Nación, José María Morelos y Pavón, fue capturado por el soldado realista Don Matías Carranco, que formaba parte del ejército del General Manuel de la Concha. Antes de ser trasladado a la Ciudad de México, Morelos pasó varios días de prisión en una casona de Tepecoacuilco que por un tiempo fue cuartel realista, propiedad de la llamada Condesa de Maturana.

Matías Carranco fue condecorado como distinguido héroe de la Nueva España, por su fidelidad al rey.

Estando preso Morelos en Tepecoacuilco, donó al pueblo los ornamentos religiosos que lo acompañaron en los campos de batalla, los que son testigos mudos de la Guerra de Independencia y reliquias de la Patria mexicana.

En 1821, el General realista Agustín de Iturbide, firmó algunas cartas desde Tepecoacuilco, como la del día 4 de febrero, en la que acepta la propuesta del General Vicente Guerrero. Tepecoacuilco forma parte del escenario de la Consumación de la Independencia de México.

Para el año de 1824, atendiendo a una comisión del Ministro de Guerra Joaquín Herrera, llega el General Vicente Guerrero a Tepecoacuilco, para disipar una  revuelta contra la República Mexicana que se había desatado en la región, siendo aún nuestro pueblo un centro militar de notable importancia.

Frente a la Intervención Francesa, en 1862, caen abatidos por los invasores, los héroes hijos de Tepecoacuilco Silvestre Ojeda y Tiburcio Sánchez, que estimulan la acción del Coronel Pillado, quien convocó al pueblo para luchar contra los franceses.

Casona del coronel Pillado
CASONA DEL CORONEL PILLADO, A FINALES DEL SIGLO XIX.

 En 1867, durante la Guerra de Reforma, Juan Vicario se levantó en armas adhiriéndose al bando conservador. Durante el Segundo Imperio Mexicano, Vicario apoyó a Maximiliano de Habsburgo, pero en 1863 la población de Tepecoacuilco fue tomada por el General Porfirio Díaz.

En 1891 se le añadió el apellido a Tepecoacuilco, del valiente soldado de la Patria Valerio Trujano, nativo de este lugar y héroe del Sitio de Huajuapan.

El maestro Gonzalo Ávila Díaz, desde 1905, inició una labor en defensa de los campesinos explotados durante el Porfiriato y fue el ideólogo de un código agrario que sirvió de base posteriormente a Emiliano Zapata y a Otilio Montaño, para proclamar el llamado Plan de Ayala.

Zapatistas de Tepecoacuilco
Zapatistas en Tepecoacuilco

La Revolución Maderista en el Sur de México, inició en Tepecoacuilco en 1910. Desde septiembre a diciembre, se realizaron juntas revolucionarias que desencadenaron dos levantamientos armados, verificados el 12 de diciembre y el 31 del mismo mes y año. Encabezaron actos Jesús Parra, Felipe Estrada, Gonzalo Ávila Díaz, Pablo Barrera, Ascensión Barrera, entre otros.

En 1912, durante la Revolución Mexicana, la población fue ocupada por las tropas dirigidas por el General Jesús H. Salgado. En 1913 fue escenario del enfrentamiento que sostuvieron las tropas sanguinarias de Ambrosio Figueroa contra las tropas del gobierno de Victoriano Huerta. Los huertistas se establecieron en Tepecoacuilco, pero nuevamente fueron atacados por los revolucionarios en 1914. Al año siguiente, los carrancistas, derrotaron a los zapatistas del General Encarnación Díaz de Mayanalàn.

Los aguerridos Generales Pablo Barrera y Ascensión Barrera, oriundos de nuestra tierra, encabezaron por un tiempo la lucha agrarista de la región y del estado. Sus restos descansan en atrio del templo.

Tepecoacuilco es un pueblo con historia nacional.

                                                                   LUCINO SINUHÈ MORALES OJEDA

FUENTES CONSULTADAS:

Referencias del Archivo General de la Nación

Archivo Parroquial de Tepecoacuilco

Antiguo Archivo Municipal de Tepecoacuilco

Enciclopedias de los Estados de la República Mexicana

Voces de la tradición oral de Tepecoacuilco

Hemeroteca del INAH